En los primeros días de la informática personal, como en el caso de las primeras versiones de DOS (Disk Operating System), los dispositivos de almacenamiento se limitaban a las disqueteras (floppy disks). Estos sistemas solían tener dos disqueteras: una para el sistema operativo y otra para los datos del usuario. La convención utilizada fue asignar las letras A: y B: a estas disqueteras.
Posteriormente, con la llegada y popularización de los discos duros, se necesitó una nueva letra para diferenciar este nuevo dispositivo de almacenamiento de las disqueteras. La letra siguiente en el alfabeto después de A y B es C, por lo que el primer disco duro instalado en el sistema se designó como C:
A partir de entonces, se ha mantenido esta convención, y la unidad C: se convirtió en el estándar para el disco duro principal en la mayoría de los sistemas operativos de Microsoft, como MS-DOS y Windows. Esta tradición se ha mantenido incluso en versiones más modernas de Windows, donde la unidad C: generalmente alberga el sistema operativo y los archivos principales del usuario.
Así, la elección de la letra C tiene más que ver con la evolución y la necesidad de seguir una convención lógica en la asignación de letras a dispositivos de almacenamiento, más que con una decisión arbitraria.
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